CUNA DEL CAFÉ EN COLOMBIA 🇨🇴
¿Sabías qué la cuna del café colombiano queda en Norte de Santander? Pues sí, no es Antioquia, ni el Eje Cafetero, es orgullosamente Salazar de las Palmas. Cuentan que hace 200 años, un cura llamado Francisco Romero que era oriundo de Bogotá asignó una particular penitencia a los feligreses que llegaban en confesión. No pedía avemarías y padrenuestros como los demás curas, él les ordenaba sembrar plantas de café dependiendo del número de pecados y de su gravedad, el sacerdote que era jesuita y un apasionado por el café, enviaba a las personas a las fincas a que cultivaran cierto número de plantas.
Según el Comité Departamental de Cafeteros, Salazar de las Palmas se dio el lujo de ser el primer punto exportador del grano en la historia del país cuando, en 1835, a través del Lago Maracaibo, se enviaron los primeros 2.592 sacos de café rumbo a Venezuela. Esta singular historia, cuya credibilidad es avalada por la Federación Colombiana de Cafeteros, se repite de boca en boca en Salazar de las Palmas, sitio que recibió la orden de la Gran Colombia de la Asamblea de Norte de Santander, por su aporte histórico a la propagación del arbusto emblemático del país.
SU FUNDACIÓN
Salazar de las Palmas, fue fundada el 27 de octubre de 1561 y posteriormente destruida por la cacica Zulia de la Tribu de los Cineras en venganza por la muerte de su padre a manos de los conquistadores españoles, luego en 1563 Diego de Parada fundó un poblado y lo llamó Villa Nirva del Collado que también fue destruida por los indígenas tres años después.
El capitán Alonso Esteban Rangel logró que le mandaran desde la Real Audiencia la célula del 27 de febrero de 1583 para que procediera de conformidad, es decir ” a suscrita mención, a la fundación de una ciudad”, la cual se llevó a cabo el 4 de noviembre de 1583. Según Fray Pedro Simón en su texto “Noticias de la conquista tierra firme”, esta nueva fundación se llamó Salazar de las Palmas por las muchas que había en el sitio donde se pobló. Pero el historiador Luis Febres Cordero en su libro ” Del antiguo Cúcuta” dice que: “El nombre de la población fundada, tercera en antigüedad entre las que forman el Norte de Santander se debe a que el fundador quiso sintetizar su agradecimiento el célebre Oidor Alonso Pérez de Salazar, oficioso protector y consejero que abrevió el despacho de sus diligencias de conquistador en Santafé”.
SU UBICACIÓN
Este municipio se encuentra ubicado a sólo 56 km de la capital Nortesantandereana San José de Cúcuta, también conocida como la Perla del Norte. Gran parte del municipio de Salazar hace parte del Páramo de Santurbán, una de las grandes fuentes hídricas del departamento, por tal razón es un lugar muy turístico. La economía del municipio depende del cultivo de café, bananos y tabaco además del turismo, vale decir que en la producción pecuaria resalta la ganadería bovina, porcina y las aves de corral, y de la explotación de carbón. Su temperatura media es de 24 grados centígrados.
CREENCIAS
La alegría y devoción por la Virgen de Belén, se ve reflejado en Salazar de las Palmas, cuando al llegar los meses de enero y septiembre, los feligreses inician con sus festividades para rendir homenaje a la Virgen Morena, patrona de esta bella población de Norte de Santander. Cuenta la historia que allá por el año de 1671, vivía al pie del cerro de la trinidad, en una humilde choza, una sencilla, amable y piadosa indígena perteneciente a la tribu de los Cìneras llamada Catalina.
Es de destacar que para aquella época ya existían misioneros católicos que enseñaban y evangelizaban las tribus de aquellas regiones. Catalina acostumbraba ir con frecuencia a la quebrada a lavar sus ropas, en uno de esos días, vio que el agua arrastraba un pedazo de manta, movida por la curiosidad, tomó en sus manos aquella tela, de poco valor en apariencia, la extendió cuidadosamente sobre una piedra que se encontraba a la orilla de la quebrada, al fijarse determinadamente en el lienzo algunos rasgos imperfectos se le parecieron a los de la Santísima Virgen. Llena de júbilo y de regocijo por la milagrosa aparición, corrió hasta su vivienda para colocarlo en el altar que ella tenía levantado para dar gracias a la Virgen. Encendió una vela y de rodillas dio gracias por tan distinguido favor. Esta práctica cristiana la siguió durante todos los días después de la aparición, tal vez con mayor fervor y devoción. Al correr el tiempo ella iba notando que el Lienzo se perfilaba con mayor perfección la venerable imagen de María y de su Divino Hijo.
Los escasos habitantes de la región, advertidos del tesoro inmenso que la indiecita guardaba y custodiaba con tanto celo y amor, empezaron a visitarla para oír la narración del feliz hallazgo. Este suceso se fue difundiendo por todos los alrededores de la comarca y comenzaron a frecuentar la vivienda, en la cual se rendía culto a la imagen Santísima. A medida que aumentaban los devotos se hacía cada vez más visible a los ojos de todos, destacándose en sus líneas esa dulzura angelical y esa tierna humildad del Niño que acariciaba con sus maternales brazos.
El Niño lucía en su frente una estrella cuya luz se difunde a su alrededor con sorpresa y admiración de los piadosos visitantes. Tan extraño fenómeno indicaba que aquella estrella era la misma que guió a los Reyes hacia Jerusalén, cuando el profeta anunció el nacimiento de Jesús entre pobres y humildes pajas.
Un misionero español, visitó la vivienda de la mujer y al convencerse de la realidad del extraordinario suceso con frases sencillas y consoladoras felicito a Catalina por el señalado favor que Dios Nuestro Señor le había concedido, al facilitarle el feliz que en su concepto no era otra que la Virgen Santísima en su admirable Advocación de Belén.